lunes, 26 de abril de 2010

Para el miércoles 28: "El nadador"

(…) El relato, que ella había marcado doblando la esquina de la página, trataba de un hombre que un día decide nadar en las piscinas de los vecinos, una tras otra, primero las de su barrio y luego las de la ciudad donde vive, que, según describe el autor, es bastante similar a Bedley Run. El hombre, cuenta el relato, ha decidido atravesar el condado a nado y, después de todos los esfuerzos que le cuesta entrar en los jardines y escalar los muros de sus vecinos, llega finalmente a su casa, que para su confusión y desespero, encuentra vacía y con la puerta cerrada con llave.
No estoy seguro de haber captado cabalmente la moraleja o el sentido profundo que sin duda tiene la historia, pero, sin embargo, me hace pensar en muchas cosas; la primera es que el hombre ha empezado, conscientemente o no, una suerte de búsqueda o viaje y, en última instancia, se encuentra a sí mismo, si bien desencantado espiritualmente. Parece una interpretación razonable. Otra posibilidad es que se ha vuelto loco, sencillamente. O que padece un estado permanente de ebriedad de clase media alta, y su proyecto es la huida, liberarse a sí mismo de las realidades de su naufragio. O que (y esto lo deduzco principalmente de las notas al margen escritas por varias manos) se halla en un tránsito azaroso, en sentido metafórico, por las estaciones épicas de la vida." (…)
Chang-Rae Lee, Una vida de gestos.

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